
Bueno, pues ni entre todos los libros del tío José, había visto yo nunca alguno que se pareciese al que encontramos en el Tesoro de la Bruja. Este libro es antiquísimo y, el tiempo, a su paso, se ha ido comiendo parte de las hojas.
La noche siguiente a la del día en que encontramos el Tesoro, y cuando Rafael y Javier estaban ya dormidos, me quedé estudiando el libro, al lado de la chimenea de casa.
Por lo menos estuve cuatro horas estudiándolo, pues el libro estaba escrito de una manera muy misteriosa y era difícil saber lo que quería decir. Al cabo de este tiempo y, cuando ya los troncos de la chimenea se habían quemado del todo, logré componer, con frases que aparecían en el libro, una especie de extraño poema, poesía o lo que fuera.

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